Han pasado dos días desde San Valentín, el día de los enamorados. Y siempre asociamos este día con la típica imagen de ese angelito con carcaj que dispara flechas de amor.
En la historia real, Cupido no es ese niñito bueno con alas, ¡aunque flechas sí lanzaba!
Afrodita, diosa del amor, tuvo un hijo: Eros (Cupido), que como buen hijo, siempre intentaba satisfacer los deseos de su madre. Lo malo de Afrodita es que era una madre bastante caprichosa. Siempre celosa de todas las jóvenes mortales, Afrodita no deja escapar la ocasión de fastidiar a las muchachas más bellas de Grecia. Cuando Eros es ya un adulto, llega a los oídos de su madre que un rey de Anatolia es padre de tres hijas hermosas, pero que sin dudas la más hermosa y además inteligente de todas, era Psique, la menor.
Psique era una joven de grandes encantos y pronto se ganó en Grecia la fama por su belleza y capacidad. Esto mataba a Afrodita por dentro, la más bella de las diosas griegas, de naturaleza presumida y envidiosa.
Afrodita decidió entonces bajarle los humos a la chavalita, y por eso ordenó a su hijo Eros que bajara a la tierra y disparase unas cuantas flechas a Psique para hacer que se enamorara del hombre más ruin, feo y horroroso que viese. Las flechas de Eros eran flechas mágicas: contenían un poderoso hechizo para provocar el amor en aquellas personas que las recibían. Ese era el castigo que la diosa solía imponer a las que osaran superar sus encantos.
Al principio Eros hizo caso de su madre y bajó a la tierra para cumplir con su cometido. Pero ocurrió lo inevitable. Tras mucho seguirla, Eros descubre lo encantadora y hermosa que es la muchacha, y se enamora de ella. Viéndose incapaz de dispararle una flecha a la joven que decidiera su destino, decidió desafiar a su madre y lanzar la flecha al mar.
Si Psique se enamorara de algún hombre, debía decidirlo ella. Pero el chaval tampoco era tonto, y como los antiguos griegos no destacaban por su delicadeza ni entendían muy bien lo de la capacidad de elección, pensó que sería buena idea secuestrarla y llevarla a su casa, ni más ni menos que al palacio de Afrodita.
Allí en el palacio, Eros confiesa a Psique que no es ni más ni menos que el hijo de una diosa celosa. Le contó los planes de la diosa, y le contó cómo se había enamorado de ella. Después le pidió a la muchacha que le concediera la oportunidad de conocerle. Para ello, él iría a verla cada noche, siempre que ella quisiera. Eso sí, sus encuentros deberían ser siempre a oscuras y le dice que ella nunca podrá verle la cara ni saber quién es. ¿Raro verdad? Cualquiera de nosotras se pegaba el piro.
Pero parece ser que curiosamente a Psique no pareció molestarle la idea: al contrario, ¡estaba encantada con su amante bandido! Con el paso del tiempo, Psique se enamoró perdidamente de Eros y no le importaba saber quién era ni cómo era su cara. Tan encantada estaba que se casaron en secreto a escondidas de Afrodita. ¿Te suena ahora de dónde puede venir lo de “el amor es ciego”?”
Todas las noches Eros llegaba al cuarto de Psique a oscuras, para que su madre Afrodita no sospechara y entrara en cólera. Y así, se amaron mucho tiempo.
Hasta que un día Psique comienza a echar de menos a sus hermanas, y pide a su amado ir a verlas. Eros accede gustoso y la lleva a su casa. Psique les cuenta a sus hermanas lo feliz que está con su nuevo marido y lo mucho que le quiere.
Sus cotillas hermanas intentan sonsacarle la identidad del joven, y ella no tuvo más remedio que confesarle ¡que no lo sabía! Las hermanas, envidiosas de la dicha de la pobre Psique, la incitan a que desvele la identidad del misterioso amante acercando una lámpara de aceite hirviendo a la cara del muchacho.
La tonta de Psique les hace caso, y una noche mientras Eros dormía a su lado, se acercó a él con una lámpara para verle la cara. El pobre muchacho se despertó, y ella que se asustó de un salto, dejó caer una gota de aceite hirviendo en la cara de su marido.
Eros, decepcionado y traicionado, abandona a su amante. Y Afrodita que se entera de todo, se pone furiosísima con Psique por haberle deformado la cara a su hijo. Cuando Psique se da cuenta de lo que ha hecho, ruega a Afrodita que le conceda recuperar el amor de Eros, pero la diosa, rencorosa, le ordena realizar cuatro tareas, casi imposibles para un mortal, antes de recuperar a su amante divino.
Pero, ¿sabéis qué? Que Psique, por amor, lo consigue.
Eros, que la había perdonado desde hace mucho, corrió a suplicar entonces a Zeus y Afrodita su permiso para re-casarse con Psique. Estos accedieron y Zeus hizo inmortal a Psique. Afrodita, olvidando sus rencores bailó en la boda de Eros y Psique, y fruto de su unión tuvieron una hija llamada Hedoné (para los griegos) o Voluptas (para la mitología romana), la personificación del placer sensual y el deleite.
¿A que mola la versión original de Cupido?